Uno de los lugares más sorprendentes de la zona es la Iglesia Ortodoxa de San Esteban, una verdadera maravilla arquitectónica. A diferencia de cualquier otra iglesia en el mundo, fue completamente prefabricada en hierro en Viena y transportada pieza por pieza hasta Estambul, donde fue ensamblada como un gigantesco rompecabezas. Pero más allá de su estructura única, se mantiene como un símbolo de fe y resistencia en un barrio moldeado por cambios históricos. Mientras recorres Balat y Fener, conocerás cómo estos barrios evolucionaron a lo largo de los siglos, sobreviviendo incendios, terremotos y olas de migración que transformaron su identidad. Su pasado, marcado primero por el esplendor y después por el abandono, está dando paso a una nueva era, donde los edificios históricos están siendo restaurados y la vida local vuelve a florecer.